Sólo puedo pensar cuando estoy caminando. Cuando me detengo, cesa el pensamiento; mi mente sólo funciona con las piernas.
JJ Rousseau. Confesiones
Somos los últimos caminantes en salir del albergue y ¡escasamente está amaneciendo! El día se presenta complicadillo, a la dureza de la etapa se suma la posibilidad de lluvias desde las 10 de la mañana. Seguramente ese pronóstico ha espoleado la salida de los otros alberguistas. Desde la puerta del albergue comienza una dura subida que se suaviza al cruzar la carretera y penetrar en un bosquecillo autóctono. Así llegamos al paraje de La Solana, donde encontramos una bifurcación. Elegimos la alternativa de Hospitales, más dura y expuesta, pero algo más corta.
Hasta el sexto kilómetro vamos encontrando grupos de caminantes que se incorporan desde el albergue de Samblismo. En ese punto se encuentra una capilla dedicada a San Pascual y ahí comienza una amplia pista que inicia el ascenso hacia los hospitales.
En este Collado, a 792 m. el camino nos da un respiro, pasamos las ruinas del primer hospital (La paradiella) y ya vemos, en lontananza, el resto de la subida. El cielo comienza a oscurecerse.
Hospital La Paradiella Las crestas que nos esperan Viento del NO con gotas de agua Parece que no es para tanto Panorámica Hospital de Fonfaraon Hospital de Valparaíso La cosa se pone seria
Llegados a la Campa de la Braña a 1251 m. la neblina, el viento del noroeste hace un poco complicado el tema fotográfico. En ese momento comienza un leve descenso que nos lleva a una bifurcación en la que nos acercamos a una Laguna tras la que, supuestamente se ve el Cantábrico.
Con mi paraguas voy tan rebién No veo el Cantábrico Haz zoom que a lo mejor… Ande vas? Señalización reforzada. Por aquí nieva Geometrías
Descendemos hasta el alto de la Marta donde hay una nueva bifurcación. Elegimos la de la izquierda, la «oficial» que nos lleva al alto del puerto del Palo, más corta pero con un descenso algo más exigente (buenos somos nosotros para conformarnos con lo fácil)
Cresteando hacia el puerto del Palo Vacas in the mist
En el Puerto del Palo encontramos caminantes que se incorporan desde la alternativa de La Pola. No parece que hayan tenido mejor tiempo. Iniciamos el descenso hasta Montefurado, un grupo de casas que debe su nombre a los túneles y galerías que abrieron los romanos en su búsqueda de oro.
Capilla de Santiago Casas More cows in the mist
Hasta aquí han sido 15 km para recordar durante mucho tiempo, de una gran belleza a pesar de la pertinaz llovizna. No obstante, nos hubiéramos sentido un poco defraudados si no hubiese llovido.
A partir de Montefurado transitamos un serpenteante sendero que nos lleva hasta Lago y sus tejos milenarios.
Desde la Iglesia de Santa María de Lago hasta Berducedo quedan unos tres km y medio por una cómoda pista forestal entre pinos, algún Castaño y helechos de casi dos metros.
Daniel en primer plano Llegada a Berducedo
Hasta ahora, la etapa más bonita de todo el camino. Como transcurre por zonas elevadas, deshabitadas y con cierta exposición a las inclemencias del tiempo conviene llevar algo de equipo adecuado para el viento y el frío, incluso en verano. Igualmente agua y provisiones porque es una etapa larga y no hay servicios por el camino.
Unas de las cosas más interesantes del camino es la interacción social. Hoy nos hemos cruzado repetidas veces con el trio catalán de jornadas anteriores que van a muy buen ritmo, con una chica inglesa que lleva un mochilón que da miedo y nos ha pasado y repasado muchas veces. Hemos conversado varias veces con Juana y Juani (madre e hija), onubenses que han resuelto la etapa con solvencia a pesar de sus miedos iniciales y con Daniel, un chico pelirrojo al que hicimos inmediatamente anglófono y le hablábamos en inglés y él, muy educadamente, nos respondía también en inglés hasta que, al final del día, nos habló en castellano y nos dejó muy descolocados. Resultó ecuatoriano 😡

Nuestros pies han dibujado este Track
Si los caminantes inconformistas disfrutan tanto enfrentándose a los elementos, los seguidores tan conformes, oye, con su deleite bajo la pertinaz. ¡Aupahí!
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