La inmensidad está en nosotros.
Bachelard, Gastón. La poética del espacio. 1981, pg 169
Nos encontramos con unos días de vacaciones y nos animamos a realizar el Camino Portugués a Santiago por la costa comenzando en la ciudad de Oporto. Es una ciudad que nos gusta especialmente, la zona que vamos a recorrer la hemos disfrutado en anteriores vacaciones y, en esta ocasión, nos hemos propuesto hacer las cinco etapas del camino portugués a Santiago que discurren en territorito portugués. Más adelante completaremos las etapas que falten hasta Santiago por territorio gallego.
Iniciamos nuestro caminar a la puerta de la Catedral de Oporto, La Sé en pleno casco histórico de la ciudad, su origen se remonta al siglo XII aunque ha sufrido numerosas transformaciones y actualmente es, en gran parte, barroca. La plaza de la Catedral está muy concurrida a las 10 de la mañana y tenemos que sortear grupos de free tours, turistas de todo pelaje y hasta una cantante lírica bastante entonada para la hora. Hacemos algunas fotos en la plaza, en la que destaca un sobreornamentado «pelourinho» que rememora las columnas en las que ajusticiaban a los criminales en otro tiempo. Comenzamos a descender hacia el Duero junto a la estatua de Vimara Peres, mítico caballero que liberó a la ciudad de los musulmanes.





En el descenso pasamos por un mirador desde el que contemplamos la Iglesia de San Lorenzo dos Grilos y tenemos una primera vista sobre el Duero. Continuamos bajando por típicas callejuelas hasta una plaza con una hermosa fuente y tenemos una buena vista del puente de D. Luis I, diseñado por un discípulo de Eiffel a finales del XIX es una imagen emblemática de la ciudad. En la ribera del río nos encontramos que es el día de la maratón de Oporto, por lo que la primera parte del recorrido vamos junto a los maratonianos. Pasamos junto a los restos de las murallas fernandinas, la fuente de Sao Joao y el postigo del Carbao, restos de un pasado glorioso. Al igual que las Iglesias de San FRancisco, Nossa Senhora do O y la antigua aduana que ahora acoge unas exposiciones de Monet y Klimt.






Caminamos por el viaducto do Cais das pedras, no apto para vertiginosos, mientras aparece al fondo el puente da Arrábida un colosal arco de hormigón armado. Por el camino nos encontramos puentecillos, esculturas y fuentes más o menos míticas y reconocibles. Acompañamos al Duero hasta su desembocadura en el Atlántico siempre bravo. Poco antes de que esto ocurra, dos obeliscos nos dan paso al Jardim do Passeio Alegre, un formidable parque flanqueado por dos hileras de palmeras con diversos elementos, kiosko de música, observatorio de aves, etc. que hacen las delicias de todos los que pasan. No falta un atento castañero que nos ofrece su sabrosa mercancía junto al fuerte de Sao Joao Baptista, fortificación abaluartada que preservaba la entrada fluvial por el Duero.











Continuamos nuestro caminar con el Atlántico a nuestra izquierda y pasamos bajo la hermosísima Pérgola da Foz de inicios del siglo XX, un precioso balcón sobre la playa do Molhe y pórtico de un parque con las esculturas del salvavidas, homenaje a los que salían a salvar vidas en medio de la tempestad y el Hombre del timón, escultura que rinde homenaje a los pescadores. Finalmente llegamos a una rotonda en la que se encuentra el Fuerte de San Francisco Javier y la estatua ecuestre de D. Joao VI. Esta rotonda marca el final de Oporto, también es la meta de la maratón y el comienzo de la playa de Matosinhos con una instalación, la Anémona, una red roja muy colorida.









Continuamos paralelos a la playa, llena de paseantes esperando la hora de comer y llegamos al punto de información del Camino Portugués, cerrado en esta época, y un grupo escultórico que recuerda los numerosos naufragios acontecidos en esta costa. Muy cerca está el Padrao do Bom Jesus de Matosinhos, un pórtico abovedado con una cruz en su interior que da paso a un paseo lleno de asadores de pescado al aire libre y que está casi abarrotado pese a lo temprano de la hora.





Salvamos el río Leça sobre la plataforma de un puente levadizo, cruzamos Leça por el interior hasta llegar de nuevo a un amplio paseo marítimo con el imponente faro de Leça al fondo, una torre de 46 m de alto rematada con una linterna circular con una barandilla de color rojo. Muy cerca del faro vemos la Capela da Boa Nova, junto a un mirador sobre el Atlántico con impresionantes vistas que impresionan por el oleaje y el imponente chirrido de los cantos que ruedan en la bajamar. En este punto, sólo nos quedan 3 km y medio de pasarelas de madera que sobrevuelan una paisaje dunar impresionante. Nos sentamos en un chiringuito y tomamos un prato del día.










Terminada la comida, recorremos los tres km que quedan hasta el mercado de Perafita, lugar en el que terminamos la etapa.



Ha sido una etapa fácil, llana, mayoritariamente urbana en pos de las consabidas flechas amarillas que, en ocasiones, estaban un poco complicadas de ver.
Todo el recorrido de hoy ha quedado grabado en este track.
Ánimo. Buen camino amigos. Salud
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Aúpa Juantxo, allá que vamos. A por la tercera. Un abrazo
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Un camino alucinante, lleno d sitios encantadores q merece la pena recordar y visitar, mucho ánimo y muchas felicidades x vuestro empeño
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Gracias por el comentario. Realmente ha sido una etapa preciosa. Saludos
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Ánimo caminantes!!!
Leyendo la descripción….casi parece que también lo he vivido con vosotros como tantas veces hemos hecho.
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Estamos muy contentos de habernos animado con este camino. Las dos primeras etapas han sido magníficas. Saludos José Antonio
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