El andar condicionaba la mirada, y esta condicionaba el andar, hasta tal punto que parecía que sólo los pies eran capaces de mirar.
Smithson, Robert. Web oficial
Nuestra cuarta etapa de este camino portugués a Santiago transcurre entre Esposende y Viana do Castelo. Es la etapa más larga de esta serie que vamos a hacer (nos han salido 25,90 km con un desnivel positivo de 312 m) y, a diferencia de las etapas anteriores, toda la ruta ha transitado por un entorno rural salvo la salida y llegada en las que nos hemos acercado al océano. Ha sido una etapa muy bonita, no excesivamente complicada en la que la meteorología ha sido muy favorable y únicamente nos ha llovido en la llegada a Viana do Castelo
Comenzamos a caminar en el Paseo Marítimo de Esposende, un balcón impresionante al estuario del Río Cádavo lleno de esculturas contemporáneas con muchas referencias al camino, a la sostenibilidad ambiental y una firme apuesta por la movilidad responsable. Al final del paseo nos acercamos al fuerte de Sao Joao Baptista de Esposende, que tenía inicialmente la función de defensa de la foz del Río Cádavo. Junto a él, la estructura elegante y roja del faro del siglo XIX y las letras amarillas de Esposende.




A partir de este punto la ruta se interna en el interior, camino de la localidad de Marinhas. Las flechas amarillas nos llevan por caminos rurales hasta cruzar la carretera N13 y salimos justo enfrente de la La Iglesia de San Miguel, remodelada en 1930, construida sobre otra medieval. Destaca su torre campanario octogonal rematada por una bóveda (modelo que veremos en otras iglesias de este trayecto). En su exterior hay una escultura del Arcángel San Miguel. Poco más adelante, nos encontraremos la Capilla de S. João junto a un crucero y una fuente con tejado.




Continuamos por una carretera empedrada con muy poco tráfico en dirección a Outeiro y Belinhos. Desde cierta distancia ya oteamos la silueta de La Iglesia de San Pedro. Remodelada a finales del S. XIX, sigue el canon de otras muchas del norte de Portugal, con fachada blanca y molduras de granito con la torre rematando en cúpula bulbosa. Más adelante nos encontraremos con la capilla de San Amaro muy sencilla y con espacio para descansar. Desde el barrio de Santo Amaro el camino se encajona entre grandes muros de quintas agrícolas hasta la entrada de A Estrada donde veremos una escultura de Santiago Apóstol esculpida sobre un bloque de mármol traído expresamente desde Galicia tratando de reforzar la conexión de este camino con los gallegos.








Desde a Estrada tomamos un camino de tierra bajo un frondoso bosque que nos acerca a la ribera del río Neiva al que entrevemos entre la arboleda y cuyo murmullo nos llega tenuemente al principio y mas sonoro después. Vamos pasando por varios molinos en muy diferente estado de conservación. A la hora de cruzar hasta la otra orilla usamos el Puente do Sebastião de 40 metros de largo, y 18 pilares de 1,50 metros de altura, realmente impresionante. Lo acompañan una aceña blanca, y una pequeña pesquera de piedra, “O Enxenho de Moldes”, usado para la pesca de diferentes especies de peces, entre ellos la lamprea. En la otra orilla entramos en el Castelo do Neiva como nos indican varios letreros que encontramos por el camino.





Iniciamos la subida por el primer repecho del día, entre varias casas agrícolas hasta llegar a la Capilla de Nossa Sra de Lourdes, junto a un cementerio local. Comenzamos el segundo repecho de esta subida que nos lleva hasta la Iglesia dedicada a Santiago de Castelo do Neiva, una inscripción descubierta en una pared del templo sitúa su consagración en fechas muy próximas al «descubrimiento» de la tumba del apóstol. El descenso de este repecho lo realizamos por un bosque de eucaliptos y pinos muy frondosos para terminar el descenso por una senda pedregosa hasta llegar a la iglesia de San Romão de Neiva perteneciente a un antiguo monasterio con planta longitudinal de una sola nave y dos capillas laterales. Con una sola torre lateral con una una campana. La disposición de la iglesia es manierista pero su fachada tiene una decoración completamente barroca. Justo enfrente de esta iglesia, una escalinata que recuerda el via crucis del Bon Jesus de Braga da acceso a la capilla da Señora do Crasto. En el entorno hay mesas y una fuente con agua para descansar y reponer fuerzas. Aquí cambiamos unas palabras con Gisella, una mujer lituana con la que hacemos el siguiente tramo del camino hasta llegar a Chaffe.














El camino hasta Chaffe transcurre entre huertos, algunos alojamientos rurales y casitas dispersas de distinta índole, algunas de ellas con hórreo y todo. En Chaffe pasamos por la Iglesia de San Sebastián, abierta para el sellado de la credencial, con un estilizado cruceiro a la puerta. Dejamos a Gisela tomando una fruta y afrontamos la segunda subida de la jornada. En esta subida pasamos por el Paço de Anha, ejemplo de arquitectura civil del S. XVI hoy alojamiento de postín, entre algún lavadero con cielo estrellado y una «alminha» que recuerda un hecho luctuoso del siglo XIX.










El descenso de este segundo repecho nos lleva a las inmediaciones de un centro de enseñanza secundaria ya con Viana do Castelo a la vista. Pero antes de llegar a Viana tendremos que cruzar el río Lima a través del Puente Eiffel, Construido en 1.878 por la Casa Eiffel tiene casi 600 m de longitud y es una espectacular obra de ingeniería en hierro con una calzada superior para tráfico rodado y peatones y una inferior para el ferrocarril. Comienza a llover y apretamos el paso. Bajamos del puente, enfilamos hacia el mercado municipal (en obras) pasamos por el Museo del Chocolate cuando el aguacero arrecia. Buscamos un lugar en el casco histórico de Viana para comer y paramos la ruta dentro de un barecito tradicional.






Ponemos así el punto final a una etapa larga, muy entretenida, con numerosas referencias al Camino de Santiago, y disfrutando de los paisajes tan verdes de este norte de Portugal tan parecido a la Galicia del sur.
Todo nuestro caminar se ha grabado en este track.